David Obon PhD

Hola, soy David Obon, pensador evolucionista y teórico de sistemas de Barcelona.

Mis investigaciones tratan de recomponer la unidad del conocimiento y descubrir nuevas relaciones que nos permitan entender el mundo desde una perspectiva más integrada.
Soy doctor con mención internacional por la Universidad Politécnica de Cataluña. Mis investigaciones interdisciplinares han sido publicadas en diferentes medios y me han llevado a impartir docencia y conferencias en universidades internacionales.

Tras finalizar mi tesis, en la que senté las bases de una teoría unificada no reduccionista de la arquitectura basada en las ciencias de la complejidad, continué mi investigación intentando desvelar el por qué de los desarrollos singulares de nuestra especie (especialmente las razones evolutivas por las que nos hemos convertido en un linaje de prodigiosos constructores). En esta exploración descubrí una nueva forma de entender las formas impredecibles e intrincadas que tiene la naturaleza de potenciar la capacidad creativa de un sistema y cómo esto permite la adquisición de nuevas capacidades adaptativas.

Con el apoyo de científicos de distintas disciplinas, esta hipótesis dio lugar a una exploración más amplia y exhaustiva en la que los desarrollos de los distintos dominios del conocimiento (biología, neurociencia, antropología, sociología, economía…) pudieran enmarcarse en un marco teórico común. Esta elevada consiliencia junto con la evidencia del encaje con un amplio conjunto de datos científicos interdisciplinares han llevado a la propuesta de una nueva Síntesis Evolutiva Unificada que, considero, tiene mucha mayor capacidad explicativa y predictiva que la actual Síntesis Moderna.

Mis investigaciones ha sido publicadas en tres libros, el último de los cuales contiene una hipótesis evolutiva de largo alcance: el motor principal de la evolución es una dinámica autoorganizada basada en la selección fundamental de la capacidad de innovación.

En pocas palabras:

A medida que el cosmos se expande y se enfría, engendra nuevas estructuras que enriquecen el reservorio de dinámica combinatoria. Cuanto más complejo es el cosmos, mayor es su potencial de innovación. La capacidad de innovación de una partícula es menor que la de un átomo; la de un átomo más pequeña que la de una molécula; la de una molécula más pequeña que la de una estrella; la de una estrella más pequeña que la de un planeta; la de un planeta frío, seco y pequeño (sin agua ni corazón ardiente) más pequeña que la de un planeta húmedo, animado por fuerzas geotérmicas y atemperado por el calor continuo de su estrella. El potencial de innovación de este último ─el número de estados en que puede organizar sus átomos─ es virtualmente infinito. Después de miles de millones de años de evolución, nuestro universo ha alcanzado un estado creativo tan fértil que pueden surgir cosas tan maravillosas como la vida.

La vida surge a partir de la inagotable capacidad de innovación de los compuestos basados ​​en el carbono (la autorreproducción con novedad genera “motores de búsqueda” de nuevas propiedades emergentes) y continúa fomentando la innovación estructurada a medida que avanza la evolución porque la adaptabilidad está inextricablemente ligada al cambio eficiente (Teoría de la Superación Creativa). La transferencia genética lateral entre procariotas o la reproducción sexual entre eucariotas son ejemplos paradigmáticos de mecanismos de innovación biológica. Como la tasa de innovación está ligada a la complejidad, la evolución selecciona sociedades de innovación porque el potencial de innovación de un colectivo es mucho mayor que el de un individuo aislado. La cooperación, el altruismo y la sinergia son fenómenos biológicos entrelazados por la lógica de la complejidad innovadora. La diversidad enriquece la reserva combinatoria alimentando más novedad. Es un fenómeno autocatalítico: la novedad engendra novedad.

En las dinámicas culturales, la capacidad de innovación aumenta más rápidamente porque nuestra alta capacidad para la cultura acumulativa, junto con el intercambio intencional de ideas facilitado por el lenguaje genera una evolución de tipo lamarckiano. La naturaleza encuentra en la evolución cultural una nueva vía más rápida ─alternativa a la genética─ para aumentar la complejidad y adaptabilidad de nuestra especie. Como la innovación sigue siendo un factor principal de selección, consciente o inconscientemente, las sociedades humanas promueven la creatividad en los distintos dominios (tecnológico, educativo, económico, cognitivo…). Artistas, poetas, científicos, diseñadores ─criaturas creativas todas ellas─ lejos de ser meros accidentes evolutivos, encarnan la esencia profunda de la naturaleza.